Toda nuestra existencia está signada por una exuberante cantidad de yerros, porque un error lo puede cometer cualquiera, pero la diferencia estriba en la actitud que adoptamos luego de cada equivocación…
Resulta casi lógico que, al tomar determinadas decisiones, se cometan errores, y que, entre uno y otro desacierto, alguien salga afectado. Empero, muy pocas personas admiten sus errores, pues tienden a ocultarlos, excusarse o discutir, antes de poder decir: “Lo siento”.
Porque la decadencia que se ha instalado en el sistema de vida de la sociedad, contaminándolo, nos llevó a incorporar, instintivamente, el hábito de ir rectificando, constantemente, la dirección de nuestras acciones que sabemos que son equivocadas. Eso no está mal, al contrario, es saludable darse cuenta de la mala actuación para tratar de mejorarla.
La tendencia más acostumbrada, y la más nociva de todas, es ocultarlo y no aceptarlo, para actuar displicentemente, como si nada hubiese sucedido. De esta manera, no hay probabilidades de un tratamiento saludable y beneficioso del asunto. Esta actitud, básicamente primitiva, podría relacionarse con señales de escasa autoestima: exigencia extrema, autoengaño y las ansias de manejar a otros. Es una táctica clásica de políticos, dirigentes, y personajes adictos a la “buena imagen”.
Evadir la cuestión es otro de los artilugios repetidos. Se percibe y reconoce el error, pero se elige fugarse para no enfrentarse con los hechos y sus derivaciones. Quien se escabulle siente culpa y ansiedad, pero intenta distraer la atención con cambios de tema y manejos poco serios, pues lo que pretende es tomar distancia de la posible incomodidad emocional que le produciría el hecho de dar la cara ante el desatino.
Hay que poseer una considerable valentía para aceptar los errores, pero no se debe sentir culpa por errorhaberlos cometido. Es una parte importante de la vida que posibilita aprender, y no es aconsejable vivir con incertidumbre cada vez que se cometa una equivocación. Echarse la culpa por errores cometidos es precisamente lo opuesto a lo que se debería hacer.
Sería bueno aprender a lidiar con los errores que se cometen. Al darse cuenta de que se ha cometido un error es tiempo de pensar seriamente y asumirlo, es el momento de empezar a analizarlo por cuenta propia. Es la única manera de hallar las causas que determinaron el suceso y buscar la forma de no volverlo a cometer. Cometiendo errores es la única manera de llegar a algo en la vida por uno mismo, sólo se debe reconocerlos y memorizarlos. MGT/12.-
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